¡Solidaridad con las y los estudiantes norteamericanos! ¡Este es el camino!

Durante las últimas semanas decenas de miles de estudiantes han ocupado cerca de 80 campus universitarios por todo EEUU para denunciar el genocidio en Gaza, y sobre todo, la complicidad en el mismo del Gobierno norteamericano de Biden y de las autoridades universitarias, compradas con miles de millones por el lobby sionista de cara a guardar silencio o encubrir los crímenes del Gobierno de Netanyahu.

El movimiento de solidaridad con el pueblo palestino, que lleva meses ocupando las calles de EEUU, ha dado un nuevo salto, mediante la acción directa, levantando la protesta universitaria más masiva y potente desde la guerra de Vietnam, cuando también los demócratas impulsaban un genocidio y una matanza de millones de civiles en el sudeste asiático.

Finalmente, en dos de los principales campus ocupados, en el de Columbia en Nueva York, donde comenzaron las protestas, y en el de UCLA en California, se produjo un espectacular asalto militar por parte de las fuerzas policiales de ambas ciudades, bajo control de los demócratas, deteniéndose hasta ahora a más de 1.500 personas. 

La brutalidad policial, contra las y los estudiantes, pero también contra profesores que organizaron cordones para protegerlos, es una buena muestra de la realidad que se esconde tras la llamada “democracia norteamericana”. Una farsa que se viene abajo cuando el movimiento de masas pone en cuestión los intereses capitalistas e imperialistas de sus élites y su Gobierno.

Una intervención policial salvaje que ha sido respaldada públicamente por el presidente Biden, ese adalid de la libertad, la democracia y el progreso tan alabado por la izquierda española, tanto por Pedro Sánchez como por la vicepresidenta Yolanda Díaz. 

Biden ha señalado que EEUU no es un país autoritario -que lo tenga que decir ya da una idea de como están las cosas-, pero que “el orden debe prevalecer”. Una declaración en completa sintonía con Trump, que pidió públicamente la intervención de la policía para doblegar a los “lunáticos furiosos” que protestan en los campus. Dicho y hecho. ¿Y ahora Biden y los demócratas llamaran al voto para frenar al trumpismo? ¡Vaya fraude! ¡Son ellos los que apuntalan a Trump y a la extrema derecha!

Tanto la Administración Biden, como los alcaldes demócratas de Nueva York o Los Ángeles, o Bernie Sanders y la supuesta izquierda demócrata que se han negado a condenar claramente la represión, están desacreditándose ante millones en EEUU y en todo el mundo. Hablan de que hay que evitar la violencia. ¡Que hipocresía más despreciable! La única violencia que hay es la suya, la que patrocinan en Gaza, con las fuerzas policiales en los Campus universitarios, y la que han ejercido en la UCLA las bandas fascistas de provocadores sionistas que trataron de asaltar una acampada pacífica.

Ese orden del que nos hablan Biden y los demócratas es el orden de los imperialistas norteamericanos y de los sionistas supremacistas, que cometen sin disimulo un genocidio en Gaza, con más de 40.000 asesinados y cerca de 100.000 heridos, el 80% mujeres y niños; que han destruido el 60% de las viviendas, todas las universidades de la Franja de Gaza y el 80% de su red sanitaria y hospitales; y que provocan una hambruna cercando a la población palestina para intentar quebrar su voluntad de lucha y resistencia.

La misma Administración demócrata que construye una base militar en la costa de Gaza, cerca de los ricos yacimientos de gas que pertenecen al pueblo palestino, con los escombros dejados por los bombardeos israelíes mezclados con cientos de cadáveres. ¿Qué diferencia hay con los nazis? 

Como hemos venido señalando, lo único que está poniendo contra las cuerdas al Gobierno ultraderechista y colonialista de Netanyahu, y a  sus aliados de EEUU y la UE, incluido nuestro Gobierno, es la movilización de masas más contundente, como la que estamos viendo en EEUU. 

Las y los estudiantes no solo se enfrentan a la brutalidad policial, a arrestos y a posibles penas de cárcel, sino a ser expulsados de las universidades, con la carga financiera que ello supone, donde para poder estudiar se necesitan créditos que se pagan durante toda la vida. De ahí que, antes de la intervención policial, se tratara de amedrentarlos amenazándoles con su expulsión de los campus. Pero nada de esto ha funcionado, y las protestas continúan, masivas, fuera de los campus. ¡Este es el camino!

Esta es la única razón para que no se haya producido ya una nueva intervención militar en Rafah, en la frontera con Egipto, donde se concentran 1,5 millones de palestinos, que supondría una nueva masacre. Es la fuerza de esta solidaridad de clase internacionalista lo que lo ha impedido.

En agosto se celebrará en Chicago la Convención demócrata para confirmar a Biden como candidato a la presidencia, y de ahí el intento desesperado de aplastar manu militari el movimiento de solidaridad con el pueblo palestino. Pero lo único que están consiguiendo, como ponen en evidencia todas las encuestas, es abrir las puertas para el regreso de Trump. Son Biden, Sanders, Ocasio Cortez y todos los demócratas los responsable de este regreso.

La lucha contra Trump y la extrema derecha está indisolublemente ligada a la lucha contra la guerra imperialista y contra el genocidio sionista en Gaza. Por eso los demócratas no pueden encabezarla ni llevarla hacia adelante. ¡Ellos son parte del problema, no de la solución! 

Lo que se necesita ahora es seguir fortaleciendo el movimiento de resistencia en EEUU, desde abajo, mediante la acción directa, extendiendo este movimiento a Europa y al resto del mundo. Hay que seguir levantando la solidaridad internacionalista con nuestras hermanas y hermanos en Gaza, y ahora también con las y los estudiantes norteamericanos. 

La fuerza del movimiento estudiantil en EEUU debe fundirse con la fuerza que desde hace años viene demostrando el movimiento obrero norteamericano, que tras años de retrocesos vuelve a plantar cara a la patronal, a los capitalistas, a los republicanos y a los demócratas, impulsando huelgas contundentes y radicalizadas, obteniendo incluso importantes victorias. Hay que extender este maravilloso movimiento en los campus a las fábricas y los centros de trabajo, impulsando paros contra el genocidio en Gaza, organizando protestas masivas contra sus cómplices, bloqueando las empresas o los puertos que surten diariamente de balas, armas y bombas a los sionistas. ¡Solo así podremos frenar esta barbarie! Ni con discursos lacrimógenos impotentes, ni acudiendo a unas instituciones o a una justicia internacional que sirve fielmente a sus amos imperialistas.

¡Solo la lucha de clases frenará el genocidio!